El filósofo Fernando Savater escribió un artículo en la sección de ciencia de un periódico de tirada nacional sobre la feria taurina.
Tras su lectura, lo único que me queda claro es la idea de que, gracias a la existencia de la feria, el toro de lidia pervive, de lo contrario desaparecería.
De otra parte, su argumentario es inexistente o nulo, como el de los defensores de dicha tesis.
Si lo que se quiere es conservar al animal y su entorno, existen figuras como los parques nacionales, reservas, etc. cuyo fin es mantener la diversidad ecológica, preservar el paisaje… evitar la invasión y devastación aparejada al urbanita.
Ni tampoco el estado originario de una vaca fue el establo o granja, que no reflejan ni la diversidad biológica y desgraciadamente son la única forma que conocen algunos menores de edad de observar un animal no humano, ni siquiera bestia salvaje.
Este reduccionismo lógico y economicista podría aplicarse a otras muchas facetas de la vida, pero cuando el protagonista pasa de animal a humano, brota la moralidad del filósofo, y de muchos otros (colegas de profesión o no) y se erige en defensor de la humanidad, la moral, la ética, la estética y la racionalidad.
El deterioro del medio rural al que alude, es una realidad, que puede ser combatida y paliada de muy variadas formas, si tanto le preocupa, pero suponer que el medio natural es el medio rural o que la naturaleza es mejor cuando el ser humano la domestica creando jardines, cultivando plantas y árboles (autóctonos o no), etc. Además de una cortedad mental, asumo que por desconocimiento, conlleva un humanocentrismo que agrede al intelecto.
En ausencia del ser humano, la naturaleza (lo no humano: corteza terrestre, flora y fauna) existió y seguirá existiendo, evolucionando naturalmente, generando nuevas formas geológicas, especies y paisajes. En el sentido más dawkiniano y biológico, los genes continuarán fabricando máquinas de supervivencia y expansión.
En definitiva, si eso es filosofía no me extraña que otro iluminado universitario, tras unos pases de pecho y en el tercio final, la finiquitara del currículo escolar.
Cuando ya llevas unos cuantos renuncios a las espaldas es mejor ejercer de jubilado o jarrón chino, pues el cerebro no está para muchas suertes, como queda de manifiesto por los puyazos recibidos.