Después de 30 años de democracia. Tras el paso de un ministro que afirmó «España es el país donde es más fácil enriquecerse en menor tiempo», promotor y ejecutor de la salvaje reconversión industrial (mejor dicho, desmantelamiento industrial) y luego, supuesto asesor de Fidel Castro para la transición económica de Cuba hacia el capitalismo. Otro, más sincero, manifestó en conversación telefónica «que había entrado en política para enriquecerse».
Tras este fructífero período de crecimiento brutal de la economía española y convergencia con Europa, alguien, un empresario despechado por el impago de la reforma de un inmueble levanta el escándalo del año. Surge la operación Malaya. ¿Aparecerán quizá otras? Alguien, seseñala a cierto individuo surgido de las profundidades, uno que sale del pozo para ir a un palacio. Quizá después de todo además del que tuvo uno también los que tuvieron cien (pozuelos).
Cambiando de terreno, disponemos de la mejor liga de fútbol, según los medios de comunicación: liga de las estrellas y galácticos incluídos. Ronaldos, Ronaldinhos y Robinhos
Los clubes vuelven a deber una pasta a la Hacienda Pública y a la Seguridad Social según los medios de comunicación y después de una puesta a cero o reinicio. En otro contexto disponemos de información de los pelotazos del fútbol, es decir, el fútbol y el negocio inmobiliario.
Otro aspecto nada desdeñable es el penoso actuar de la selección española de balompié que pone de manifiesto que nuestros jugadores no son los galácticos. Pero lo peor es el bochornoso espectáculo de la RFEF encabezada por el señor Villar (pueblo pequeño según el diccionario de la RAE) y un entrenador de fútbol llamado Luís con dos connotaciones en el rostro denominadas labios y que conforman una estructura que vulgarmente se conoce con el nombre de morro.
Parece que se están levantando las alfombras y se descubre la porquería almacenada. Algunos claman limpieza ya, tolerancia cero, otros dicen que mientras la justicia no actúe el sospechoso es inocente; me conformaría con que lo pareciese.
Personalmente y para concluir deseo manifestar mi afición al fútbol y que hay que limpiar a fondo y me da igual que se vayan a la porra todos los clubes. No hagamos como con el Prestige (esconderlo en el fondo del mar), pero, ¿estamos preparados para soportar una marea de chapapote balompédido-política?