Me resistí a comentar y anticipar cosa alguna sobre el mes de diciembre y el coronavirus, pues frente a la profunda fosa de incompetencia y cortoplacismo reinante en la casta política española aparece la vergüenza de los contagios con sus hospitalizaciones y muertes asociadas.
No siendo políticamente afín, me emocionó ver a una física nuclear llorando y criticando duramente la coraza social de insensibilización desarrollada por determinados estamentos sociales de todo tipo y condición.
Podemos constatar que no es un problema exclusivo de este país, se extiende por todo el continente europeo y al otro lado del charco, en algunos casos de forma palmaria y brutalmente menospreciado.
De otra parte, en estos momentos y fechas estamos hablando de un rey emérito otro rey <<mago borbónico>> de las finanzas y caracterizado por su irresponsabilidad legal, aunque suene raro, a oriental. Políticos defensores de tal irresponsabilidad, pues de casta les viene a los galgos, a pesar de que la misma es secante y no tangente a sus trayectorias y partidos:
A una se le calienta la boca a la hora de protestar y ofrecer soluciones caras (realmente derrochadoras) y a cual más pintoresca e imposible o incumpliendo claramente las tasa de vacunación esperable. A ciertos elementos reclamando medidas que han rechazado u otras cuyo objetivo dista de la salud pública. Y, terminando por los negacionistas (algunos pertenecientes al colectivo médico) y aquellos que responsabilizan a terceros (lavándose las manos), incluyendo a los extranjeros.
Todos, ante las cifras de la pandemia parecen ignorar que son responsables de las mismas, en mayor o menor medida, pero responsables. Exigiendo por inacción e incompetencia una nueva ola de esfuerzo a colectivos fuertemente castigados duramente en las olas anteriores: personal sanitario y trabajadores esenciales.
Es fácil y sencillo transferir la responsabilidad a terceros cuando uno de forma tácita se declara emérito (irresponsable) politico.
Causa pavor y rabia escuchar todos los días las cifras de contagios, hospitalizados y muertos como si eso fuese normal. Quizá la anormalidad es otro virus emérito muy contagioso que nos hace anormales.
No reniego de mi responsabilidad como ciudadano, la reclamo, al igual que la del resto de los ciudadanos, ello conlleva derechos y obligaciones, pero nadie puede ser un buen responsable hasta el punto que su economía le permita o un irresponsable le condicione la mera subsistencia. Si no se recomendaron mascarillas en cierto momento de la pandemia porque no había existencias en el mercado, tampoco tiene sentido decirle al ciudadano que sea responsable y se busque la vida como pueda a la hora de resolver sus problemas de subsistencia y salud diarios.
Es curiosa también la ola de peregrinos reclamados por la Xunta y la Iglesia en otro ejercicio de irresponsabilidad conjunta como ya ocurrió a lo largo de la historia entre el Estado y la Iglesia católica. Si hay una cosa que solicitar al santo es sentidiño, algo que no abunda en las capas políticas.
En fin, reclamo transparencia, asunción de la responsabilidad que les corresponde y exijo claridad, pedagogía y coherencia a los políticos en general y de este país en particular.
Osasuna.