El interés general

No es el que cobran de media los bancos al ciudadano por sus préstamos al consumo.

Aquí me refiero al concepto de velar por el bienestar de un país en un sentido muy amplio.

Tras lo sucedido con la presidenta de la Comunidad de Madrid y en ciernes de la aprobación de los presupuestos generales del estado para el 2018, se confirma que todos los partidos, pero sobre todo, Ciudadanos, la nueva fachada, esclava de los poderes económicos que la crearon, que, además de usurpar un nombre que va más allá del naranja, presume de ser la llave de gobierno y el azote de la corrupción tanto en el Congreso de los Diputados como en el parlamento de la Comunidad de Madrid sigue anteponiendo sus intereses partidistas (calculadora electoral) a la ética política y social.

La política en su caso no se mide por la capacidad de pactar, se calcula por su capacidad de tragar, cual ballena o tiburón tigre y su mutabilidad.

Me recuerda, también, al agónico proceso de la muerte del dictador Franco. En este caso, el sostenimiento de dos gobiernos zombies que están provocando un destrozo institucional y social, así como unas consecuencias desastrosas para la democracia de las cuales son corresponsables.

Somos la cuarta economía europea, pero compitiendo con Polonia por el primer puesto en retroceso democrático.