No sé con qué traje veremos a Rajoy o a Sáenz de Santamaría cuando se metan en faena.
Lo que sí se sabe es que ambos estarán al frente, en el frente y de frente a los independentistas catalanes.
Un feo asunto a consecuencia de unas ideas y comportamientos trasnochados por ambas partes, pero la máxima responsabilidad la tiene el que goza de más poder, y, por tanto, de mayor iniciativa.
Resulta paradójico que una especie de plasma humano, transmutador de la democracia, ¡ni su predecesor se atrevió a tanto, aunque las ideas las compartía!: ley mordaza, espionaje a otros partidos, indultador compulsivo, etc. tenga la responsabilidad última de resolver una complicadísima situación de la que en parte es responsable, ¿dialogando?
Lo que sí es cierto es que la voluntad de diálogo (parlamentario o no) se demuestra cuando no se necesita.
Si en su momento crearon el término de rodillo socialista, ellos fueron la apisonadora popular, pues algunos bebieron de y cultivaron siempre esa clara voluntad de diálogo franquista.
En resumen, conociendo a los interlocutores y sus equipos, deberemos esperar al 2-O y que sean los ciudadanos los que reflexionen, tras lo acontecido, sobre la calidad de sus políticos, qué intereses defienden, cuáles son sus objetivos y, sobre todo, cómo resuelven la situación a la que estos les han llevado.