José Javier Etayo Gordejuela es profesor titular del departamento de Álgebra de la facultad de matemáticas de la UCM desde el año 1986. Perteneciente a una familia de gran tradición matemática -hijo de José Javier Etayo Miqueo, hermano de Fernando Etayo, ambos profesores de la facultad-, ha impartido las asignaturas Geometría I, Grupos clásicos, Teoría de grupos, Álgebra básica, Estructuras algebraicas, Elementos de matemáticas y aplicaciones, Superficies de Klein (en doctorado) y las clases de problemas de Topología I cuando era joven. Con esta entrevista trataremos de conocer mejor a este profesor tan querido de nuestra facultad.
Matgazine: Esta es la primera entrevista de la revista Matgazine. Como profesor de la facultad, nos gustaría que nos respondieras a algunas preguntas más o menos serias sobre tu actividad docente y tu vida de matemático en general. En primer lugar, puesto que desde nuestra condición de alumnos tenemos una imagen bien conocida, pero seguramente poco precisa de la profesión del profesor universitario, ¿podrías explicarnos qué es lo que hacéis como docentes, tanto dentro como fuera del aula?
José Javier Etayo: Bueno, el profesor universitario tiene básicamente tres tipos de actividades: la docente, que supongo que es la que más os interesa a vosotros, la investigadora y la de gestión. Cada uno pondera según sus preferencias más en unos aspectos o en otros. Es notorio que yo me he dedicado a los tres a lo largo de mi carrera. En este momento, la gestión la he dejado aparcada o me ha aparcado a mí, de modo que la actividad que realizo es fundamentalmente docente e investigadora, y creo que las dos cosas me gustan. Este año, como estoy de sabático, pues estoy disfrutando de un paréntesis en la actividad docente, que también se agradece. La actividad docente es, se supone, lo que nos gusta a los profesores, y es verdad que dar clase es muy agradable, y que mucha gente estaría encantada de poder disfrutarlo, pero también tiene un compromiso, una obligación de horas fijas y al final hay que tener la cabeza en ello, así que dejarlo correr una temporada es también muy agradable.
MZ: Muy bien, y ya que estamos hablando de profesores, ¿guardas algún recuerdo especialmente agradable de algún profesor que te influyera durante tu etapa de estudiante?
JJE: Esa época se remonta a décadas muy atrás, sobre todo visto desde los lectores de esta revista.
De todas formas, y aunque suene fatal, no quiero dejar de citar a mi padre, que me dio clase en primero. Desgraciadamente casi todos lo que me dieron clase ya han muerto, pero así les podré elogiar impunemente. Bueno, tuve a Enrique Linés, al profesor Santesmases, que aquel año se jubilaba en físicas, al profesor Arregui en segundo, que daba unas clases excelentes… También recuerdo con mucho afecto, aunque sea un ámbito de las matemáticas que ahora tengo totalmente lejano, a Manuel del Río en estadística, y qué decir del profesor Outerelo. La verdad, creo que tuvimos una hermosa colección de profesores de muy alta calidad.
MZ: ¿Y qué diferencias ves en la carrera entre tu época y esta?
JJE: Yo creo que nuestra época tenía una virtud, que era, por supuesto, que los que nos sacamos la carrera con una cierta tranquilidad, no obstante, llevábamos una vida paracadémica normal, es decir, la carrera no era un impedimento para tomar unas cervezas, salir con los amigos, ir al cine; en fin, para ese tipo de cosas, que son deseables. No estoy muy seguro de que ahora sea así, probablemente no tanto por culpa de los clientes, que me imagino que tienen las mismas aspiraciones, sino de los planes de estudios. En el curso en que más asignaturas tuve, creo que no pasó de cinco, y en quinto, por ejemplo, teníamos tres asignaturas, por supuesto anuales y con clases todos los días, pero que nos permitían estudiar todas las tardes, salir los fines de semana y llevar una vida sensata. Unos horarios como los que ahora veo, con multitud de mini-asignaturas, con multitud de mini-actividades que realizar en tiempo tasado, que acaba uno viviendo aquí todo el día, mañana y tarde, pues creo que es muy complicado; por un lado, para de verdad estudiar las asignaturas, y por otro para llevar una vida más deseable. La formación del estudiante exige otras cosas además de estudiar.
MZ: Entonces, ¿crees que en tu época, que había menos asignaturas, se profundizaba más en ellas?
JJE: Eso sin duda, creo que el nivel de exigencia, o de abstracción, o de profundización en las materias era mayor por razones evidentes; bastantes asignaturas he tenido de seis horas semanales todo el año, que ahora traduce uno a los cómputos actuales como asignaturas de dieciocho créditos, y claro, te horrorizas porque aprendías un montonazo. Luego te examinabas de eso y era un espanto, porque era un volumen y una profundidad muy notable, ya que eran asignaturas que de verdad te permitían profundizar en el asunto, y eso permitía que el núcleo fundamental de la asignatura fuera de cosas importantes, no de esas mini-asignaturas que según estás empezando se están acabando, o al revés. Ahora pretendemos colocar como si fuera un embutido en una asignatura de poca duracion “real” los mismos contenidos que uno querría si fuera una asignatura anual de muchas horas semanales, y eso es un desastre, ya que lo haga uno como lo haga está mal, o hay muy poquito o si hay mucho es que no cabe, con lo que la duración teórica de la carrera es mentira, y cuando antes se hacía en cinco años, ahora, cuando se supone que el alumno lo hace en cuatro, lo hace en siete, porque es imposible. Entonces, digamos que soy escéptico del modelo de mucha pequeña asignatura.
MZ: Ahora te queríamos preguntar sobre tu labor como investigador, ¿en qué temas de investigación estás trabajando ahora?
JJE: ¿A qué me dedico? Pues a un campo fronterizo entre el Álgebra, la Geometría y la Topología. Se trata de las superficies de Riemmann, y dentro de estas, de sus grupos de automorfismos, o sea, traduciendo a un lenguaje más genérico, acciones de grupos finitos sobre determinados modelos de superficies. Eso involucra evidentemente al álgebra porque se trata de trabajar con grupos finitos, y la herramienta con la que se trabaja son determinados grupos no finitos. El asunto es reducir los problemas en que uno está trabajando a consideraciones, por un lado aritméticas o combinatorias, y por otro de estructuras y de reglas de esos grupos finitos.
MZ: Dejando un poco a un lado las matemáticas, ¿qué te llevó a licenciarte en un ámbito aparentemente tan lejano como el derecho?
JJE: Bueno, antes comentábamos que hay una parte de la labor del profesor relativa a la gestión. Si retrocedemos hasta el año 85, tras la reforma de la Ley Universitaria, se constituye el claustro de esta universidad, con unos 1000 claustrales. Ahí, una de las labores era elaborar los Estatutos de la Universidad, y acabé yo formando parte del grupo de 12 personas que expusieron los nuevos Estatutos. Para mí fue la primera ocasión en la que tuve contacto con la universidad en su conjunto, fuera del marco estrecho de la facultad. Allí conocí a fondo la realidad universitaria global. En el año 86, cuando me incorporé al departamento de Álgebra, fui nombrado secretario del departamento, y del año 89 en adelante he estado desempeñando cargos unipersonales de gestión en los órganos centrales de la Universidad. En todas estas situaciones hay una cosa que yo aprecié, y es que no es desencaminado tener un conocimiento técnico razonable, en particular del derecho, que además es una cosa que siempre me ha gustado como diletante. En resumidas cuentas, en el año 87 me matriculé en Derecho por la UNED. Apaciblemente, estudiando durante los veranos, acabé la licenciatura.
Lo que sí es cierto es que el derecho es un complemento razonable en mi labor de profesor. Las matemáticas y el derecho son dos modos de pensar radicalmente distintos, pero por supuesto cado uno tiene su lógica. El derecho no es aprenderse códigos de memoria, sino que es aprender a pensar con unos determinados criterios y reglas, que es en el fondo lo que hacemos los matemáticos, por lo que yo me siento muy a gusto en ambas actividades.
MZ: Ahora vamos a hablar un poco del ocio. ¿Cómo se divierte un matemático?
JJE: Pues como las demás personas, naturalmente. O sea, que no somos bichos raros. En particular, yo sigo yendo de cañas, en buena parte con compañeros de la Facultad, con la gente de mi quinta. También me gusta ir al cine, leer novelas, libros de historia, pasear por el campo, irme a la playa \ldots Vamos, que el ocio nos gusta como a todas las personas, y por supuesto, nos gusta mucho más que todas las demás cosas que hacemos. Eso sí, tenemos una ventaja en relación con nuestra labor investigadora, pues el matemático no necesita demasiado para trabajar. Con una espléndida biblioteca, como la que tenemos aquí, un papel y un bolígrafo nos apañamos bastante bien. Así que igual estamos tomando una cerveza por ahí, y sin embargo, la cabeza está pensando en algún problema en el que estemos trabajando. El matemático no tiene que pasarse horas encerrado en un laboratorio para hacer un experimento. Nuestro principal instrumento de trabajo, que es la cabeza, la llevamos siempre puesta.
En ese sentido quería decir que, aunque la actividad matemática es en gran medida individual, uno no trabaja sólo. El modo usual es formar grupos de investigación en los que colaboran personas de varios departamentos. En mi caso, mi grupo está formado por unas quince personas -básicamente por españoles pero con colaboración internacional- que llevamos trabajando, en la gran mayoría, muchos años juntos, y que es puntero en su ámbito, no sólo en España, sino a nivel mundial. He de decir que si todo en España estuviera al nivel relativo con el mundo al que lo está la investigación matemática, pues este país iría bastante mejor de lo que va. Este mismo mes estuvimos un compañero y yo en Polonia con un colega polaco con el cual tenemos algunas cosas entre manos, y el cual no figura en nuestro grupo, pero con el que indirectamente colaboramos.
MZ: Entonces en matemáticas, ¿es común esta colaboración a nivel internacional?
JJE: Sí, es frecuentísimo. Si retrocedemos cien años, los artículos los publicaba generalmente un autor. Ahora, los artículos se escriben mayoritariamente en conjunto, y aunque no sabría dar números, yo diría que más o menos, de cada tres autores al menos uno es de distinto país.
MZ: Para ir terminando, ¿podrías comentarnos alguna anécdota?, por ejemplo, ¿tuviste algún compañero de clase que ahora sea profesor?
JJE: (Risas) Bueno, no voy a desvelar secretos de mis colegas, pero vamos, de todos es sabido que de nuestro curso, que acabamos en el año 79, unos cuantos nos quedamos en la facultad. La verdad es que aquella era una época de expansión. Ahora las cosas están más complicadas. El caso es que tenemos un buen puñado de profesores de aquel año, algunos catedráticos de universidad, bien conocidos por los lectores de esta revista. Y creo que además formamos un grupo bien cohesionado, no sé si decir una cierta mafia de la facultad, pero el caso es que nos llevamos bien y colaboramos los unos con los otros, pues la mayoría estamos en el departamento de Álgebra y el de Geometría y Topología, y este sí que es un activo a valorar en nuestra facultad, pues aunque a menudo hayamos estado no sólo conviviendo, sino también compitiendo, esto no ha supuesto problemas entre nosotros.
MZ: En aquella época, ¿había muchas mujeres estudiando matemáticas?
JJE: Pues la verdad es que sí. De hecho, como la fama era que no, yo me tomé la molestia de mirar, en la lista que salió con el primer examen, de hacer la cuenta, y éramos exactamente el cincuenta por ciento de chicos y el cincuenta de chicas. Desde entonces, la tendencia del número de mujeres ha ido en aumento, con lo que ahora las chicas son mayoría en la facultad, por la razón de que los chicos últimamente acaban todos en la Politécnica, lo cual creo que es un fenómeno peregrino.
MZ: Sin embargo, a nivel investigador, las mujeres parecen no tener tanto peso, ¿cuál es la razón?
JJE: Pues eso depende. No quiero ser demasiado políticamente incorrecto, pero creo que a estas alturas es patente que cada uno se dedica a lo que quiere, y que obtiene los resultados que puede obtener, pero sobre todo lo primero. Entonces, lo que yo concluyo es que, por la razón que sea, y obviamente esta no es la capacidad o la posición social, el caso es que esta es una actividad que atrae menos a las mujeres que a los hombres, considerándola globalmente, claro, pues al final lo que debería analizarse es a cada hombre y a cada mujer, y no su pertenencia a un grupo. Pero bueno, dejando esto al margen, no se me ocurre otra razón que explique esa tendencia general.
MZ: Algo más que quieras añadir, para nuestros lectores.
JJE: Bueno, pues yo querría animarles a que aprovechen su estancia en esta casa, que es para mí la mejor facultad de matemáticas de España, que disponen de unos medios materiales incomparables, sobre todo nuestra biblioteca, y unos medios personales destacados comparándose, diría yo, con cualquiera. Por tanto, animaría a los lectores a disfrutar de estos años de su vida académica y no académica, y que aprovechen los medios que la sociedad pone a su disposición.
Esta entrevista fue realizada el 17 de noviembre del 2010 por Pedro A. Castillejo y pertenece al Número 0.