Carta a Adrián

En un artículo publicado por el diario.es, este catedrático de la URJC hace una defensa de su universidad y de las universidades públicas en general. A modo de resumen, lo condensaré con la tópica frase de que pagan justos por pecadores.

Coincido plenamente con él en defender las universidades públicas, la investigación y seguro que muchas otras cosas más, pero hay veces que uno debe percatarse de dónde está, qué hace o deja de hacer y que parte de responsabilidad acarrean sus acciones o inacciones.

Sin entrar en polémicas anteriores o presentes ocurridas en la URJC voy a facilitarle una serie de datos relevantes o no, pues está en mejores condiciones de conocer los detalles que quien escribe.

En las pasadas elecciones a Rector/a, ganadas por el que actualmente está desempeñando ese cargo, Javier Ramos, se produjeron los siguientes resultados:

A modo de datos adicionales a los expresados en el gráfico anterior es interesante mencionar:

  • El profesorado participó en un 64,28% con un peso del 68% en el voto ponderado: 53% + 15%
  • El número total de alumnos que ejercieron el voto con respecto al censo fue un 10,5% y con un 21% en peso ponderado
  • La participación del PAS fue del 83,4% y con un 11% de peso ponderado.

Dicho esto, se puede apreciar una escasísima participación (previsible, ya que en el 2003 solo fue del 2,3%) de los alumnos (se decantaron por la opción perdedora) y que haciendo caso al modelo de Downs, si no es decisivo el voto de un individuo, en el caso de los alumnos se reduce mucho más y el interés decae.

El colectivo PAS recuerda a las votaciones típicas de regímenes autoritarios, hay un alto compromiso con el régimen y podríamos afirmar, en este caso, que con alto grado de satisfacción y convencimiento.

Para el colectivo PDI se aprecian dos datos a considerar: el alto grado de no numerarios y numerarios que se decantan por el continuismo. Según datos oficiales de 2016 hay 723 no numerarios frente a 573 numerarios. Lo que revela una precarización de la plantilla y como ha ocurrido en otras ocasiones pasadas, el protestar o no votar al candidato oficial podría conllevar represalias, pero bueno, aunque parezca que es un despreciable 15% de peso frente a un 53%, el 71% del voto se fue para el candidato oficial, hecho que concuerda con la selección artificial o con el peaje por la subsistencia de todo precario.

El colectivo de catedráticos y titulares, es el más interesante, desde el punto de vista electoral dado su peso. También es fácil de convencer con regalías de distinta índole.

Bien, uno puede defender lo suyo, pero también debe reflexionar y actuar en consecuencia. Si es anósmico quizá no se percate del tufo, si es ciego no vea lo sucios que tiene los zapatos o, de seguir así, no darse cuenta de que son las aguas fecales las que le llegan al cuello.

Para terminar, y a modo de resumen, está muy bien preocuparse de la excelencia y defenderla, cual islote de diamante rodeado de un mar pútrido, pero uno no puede abstraerse en su isla, ajeno a lo que le rodea. Quizá su ecosistema se vaya al garete.

Es cierto que como desconozco el número de acciones emprendidas por este catedrático con el fin de mitigar ese impacto negativo que menciona, puedo errar por exceso en la crítica de su escrito, pero desde luego, está claro que ese no es el argumentario a seguir, lo único que parece demostrar con ello es una actitud deliberada de ignorancia del pasado y el presente y un regodeo en la excelencia, pero ni la resiliencia de la URJC es infinita, ni el ser un buen científico/investigador la salvará de su extinción. Es necesario algo más.