Pecar de palabra y omisión

Hoy aparece publicado en eldiario.es un artículo con fragmentos de una entrevista efectuada al presidente de la CRUE.

¡Ya era hora de que alguien representativo de las Universidades dijese algo! Parece que no fuera con ninguna de ellas, a excepción de la afectada. Costó también lo suyo con el caso del catedrático Suárez de la URJC.

Lo lamentable de estas declaraciones es el trasfondo que subyace: corporativismo, ausencia de autocrítica y anumerismo espantoso: presuma usted de su ignorancia matemática, da lo mismo uno que un ciento. Veámoslo:

…la URJC debería haber esperado un poquito más a la hora de salir públicamente a avalar el máster obtenido por la presidenta de Madrid…

Pues creo que no. Lo que debiera haberse hecho es presentar todos aquellos documentos que acrediten sus afirmaciones o abrir una investigación externa (será tratado posteriormente). Las internas ya se sabe cómo funcionan (me remito al caso del catedrático Suárez).

Javier Ramos está haciendo todo lo que debe hacer.

Vistos los antecedentes, no sé lo que significa debe, pues ha transcurrido tiempo suficiente para fabricar y calificar, al menos, un par de TFM. A veces la rapidez implica claridad.

Las equivocaciones a la hora de traspasar las calificaciones son «normales» en un contexto de 76 universidades «miles de notas y miles de profesores» pero que, en todo caso, lo crucial es que se «subsane mediante el mecanismo institucional pertinente».

Bien. ¿Ratio de equivocaciones?, ¿sabrán las reclamaciones efectuadas, incluso las de dos años después?, ¿cuáles son dichos mecanismos pertinentes?, ¿es frecuente equivocarse dos veces con la misma alumna y por dos profesores diferentes?

De otra parte, se deduce que a la hora de transcribir las actas y para eliminar fallos debieran abordarse varias estrategias: reducir universidades (no sé en qué afecta), reducir profesores (conduce a aumentar la probabilidad de error por exceso de trabajo) o lo que parece más coherente, disminuir el número de calificaciones bien por aprobado o suspenso general, bien por reducir el número de alumnos. En cualquier caso una barbaridad que imagino que no comparte.

Lo que sí es relevante es que ni este Rector, jefe de la CRUE, ni el de la URJC parecen dispuestos a asumir la no existencia de mecanismos de control efectivos para minimizar y reducir los fallos de transcripción y de existir estos parece que no funcionan ni con la eficacia y eficiencia esperadas en la era digital.

Resulta desproporcionado e inverosímil que un periodista tenga acceso a cierta documentación como los whatsapp de un individuo de hace dos años y la Universidad no encuentre nada que acredite un hecho de magnífica importancia en 10 minutos, atendiendo, al menos al gasto en nuevas tecnologías. Se pueden fulminar 80.000€ o más en un software para detectar plagios, pero poco o nada en digitalizar y evitar el fraude en los trabajos fin de grado, máster o tesis doctoral. También en las calificaciones.

Mientras escribía este artículo acaba de aparecer otro en el que se demanda a la CRUE, por parte de la URJC, un inspector externo. Solo espero que no sea uno de las equivalentes a S&P o Moody’s.

En verdad, expongan las vergüenzas. Reconocer los errores es de sabios, ¿no? ¿Y ustedes lo son, o se lo arrogan?