¿Qué debe pasar para que dimitan?

Tras la horrorosa y pésima comparecencia (tanto desde el punto de vista técnico como del político) del trío de ineptos de la Comunidad de Madrid surgen dos preguntas cruciales:

  1. ¿Qué tiene que ocurrir para qué, dado que no dimiten, echen a esos irresponsables e inútiles, incluidos sus partidos políticos de las instituciones públicas?
  2. Además de razones y hechos irrefutables que califican así al gobierno de la Comunidad de Madrid, resulta vergonzosa la connivencia de ciertos medios de comunicación. ¿Se puede ser periodista y bien pagá?

Esta comparecencia ha puesto de manifiesto los limitados recursos intelectuales de los tres ponentes y la desfachatez de aparecer ante los medios de comunicación para hablar y no decir nada (lo que genera nayor sospecha y temor) o completas estupideces.

El inexistente confinamiento selectivo se justifica por la transmisión intrafamiliar y el incumplimiento de los confinamientos prescritos.

Ya es conocido de todos que aquellas familias con escasos recursos tienen una densidad familiar que impide un aislamiento correcto de algún familiar infectado por el virus y, de otra parte, si hay que elegir entre salud y comer optarán por lo segundo. En el mejor de los casos dependerán de sí mismos y en la mayoría, otros parientes consanguíneos dependerán del trabajo del enfermo. Siguen responsabilizando a terceros de la situación.

Siguiendo con el razonamiento, anterior, confinan a los trabajadores de las zonas pobres de Madrid a servir como esclavos de los ricos o a los halagados trabajos esenciales que desempeñan. Tras su esfuerzo diario deben confinarse en sus casas, pues son los responsables de la transmisión comunitaria. El transporte público petado, las pésimas condiciones laborales, la colapsada atención primaria, su tardio diagnóstico, en el mejor de los casos, etc. parecen no influir y no son responsabilidad de nadie.

Desgraciadamente, que se culpe a la víctima de lo que le pasa es muy común hoy en día y defendido por algunos partidos políticos presentes en el hemiciclo nacional, parlamentos autonómicos, diputaciones y ayuntamientos (a veces votar tiene sus efectos perversos y adversos) y ya fue empleado por los nazis en los campos de exterminio o es empleado por algunos de los habitantes y propietarios de La Moraleja.

Nadie parece intuirlo, pero el incumplimiento de las órdenes de confinamiento puede derivar en una obligación o cierre de las áreas citadas por la fuerza y sí, entonces ya existirán, administrativamente, los guetos de Madrid.

Esa es la respuesta de los dirigentes de una de las regiones más ricas de España: condenar a más de un millón de personas a un mayor sufrimiento y abandono que, además de immoral es o debería ser sancionable jurídica y políticamente, pues no atacan la raíz del problema, culpabilizan y denigran a la víctima: un más que dudoso diagnóstico, un incorrecto aislamiento (sin importar sus familiares), sin garantías económicas de supervivencia tanto del enfermo como de su entorno familiar, unos transportes colapsados, unas condiciones laborales indecentes, una sanidad inoperante en la atención primaria y reventada o a punto de hacerlo en la hospitalaria, que, indefectiblemente, conduce a la muerte individual la ruptura de una sociedad.

Si a todo lo anterior sumamos la ineficacia en la gestión de las privatizadas residencias y servicios asistenciales la bomba deja de ser de TNT y se transforma en atómica o de hidrógeno.

Termino, reformulando la pregunta inicial. Visto lo visto, ¿qué cree usted que debería y podría hacer?