Valor heurístico de los Ejercicios de San Ignacio

Artículo publicado en
Razón y Fe, 224 (1991), pp.253-261

 

VALOR HEURISTICO
DE LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO

SU INFLUENCIA EN LAS REGLAS DE DESCARTES

 

Miguel de Guzmán


Indice
Introducción
Elementos heurísticos en los Ejercicios

1. La convicción de la profunda influencia que los elementos afectivos ejercen en nuestra búsqueda.
2. La persuasión de la posibilidad de explicitar reglas, modos concretos de proceder.
3. El descubrimiento dirigido.
4. El constante examen del proceso como medio de mejora.
5. La implicación de toda la persona.
6. El valor didáctico de la repetición.

 


Introducción

La heurística es el arte de buscar. En la actual psicología cognitiva, así como en el estudio de la inteligencia artificial y en los intensos esfuerzos por dar con métodos de enseñanza verdaderamente adecuados en las ciencias y muy particularmente en matemáticas, la heurística, la resolución de problemas (problem solving) ha venido a ocupar un lugar central.

La heurística moderna tiene su origen en las Regulae ad directionem ingenii de Descartes, que, aunque escritas hacia 1628 (con un primer barrunto tal vez en 1619), no fueron publicadas hasta 1701 en la forma inacabada en la que las dejó él mismo. Sin embargo es claro que las reglas constituyen una especie de prenuncio del Método (1637), si bien con un marcado énfasis sobre las normas concretas de proceder para un pensamiento más efectivo.

Descartes (1596-1650) vivió, desde sus 8 hasta sus 16 años, de 1604 a 1614, bajo la fuerte influencia de los jesuitas, interno en el Colegio de La Fléche (Anjou). Como veremos en detalle más adelante, el respeto y la consideración de Descartes por los métodos de educación de las escuelas jesuíticas se mantuvo muy elevado durante toda su vida. Todas estas escuelas se regían fundamentalmente por la Ratio Studiorum, un conjunto de ordenaciones muy concretas de las que la versión en aquel tiempo vigente era la Ratio de 1599 promulgada por el general C. Aquaviva. Esta Ratio no era sino la adaptación más o menos definitiva de una sucesión de ordenaciones directamente provenientes de la Parte IV de las Constituciones de la orden jesuítica escritas por el mismo San Ignacio. Como todo el resto de las Constituciones, esta parte está fuertemente impregnada de la concepción ignaciana del mundo derivada de y plasmada en los Ejercicios.

Parece evidente a priori que la forma de pensar de Descartes, sus propios métodos de pensamiento para afrontar los problemas intelectuales que tanto le interesaban, habrían de ser profundamente influenciados por la forma de proceder tan peculiar de los jesuitas, ellos mismos conformados de manera hondamente personal por los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

En este ensayo trataré de presentar, en primer lugar, algunos aspectos de los Ejercicios Espirituales que proporcionan, a mi parecer, enseñanzas muy valiosas desde el punto de vista heurístico. La sección final será dedicada a rastrear algunas posibles influencias del espíritu de los Ejercicios en las Reglas de Descartes.

 



Elementos heurísticos en los Ejercicios

Los Ejercicios de San Ignacio no constituyen, por supuesto, una mera ejercitación intelectual. Su finalidad explícita queda expresada por el mismo San Ignacio: Exercicios spirituales para vencer a sí mismo y ordenar su vida, sin determinarse por afección alguna que desordenadas sea (21). Sin embargo, al comienzo, señalando la forma de proceder que se va a seguir, dice que se llaman ejercicios espirituales todo modo de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima (1). Modos para buscar y hallar es un aspecto común con la heurística actual, y en el proceder de los Ejercicios se puede encontrar un buen número de lecciones extraordinariamente valiosas, tales como las que siguen.

1. La convicción de la profunda influencia que los elementos afectivos ejercen en nuestra búsqueda.

En mi opinión, este aspecto, que aparece de modo totalmente explícito en los párrafos antes citados, constituye uno de los elementos originales de San Ignacio que han quedado fuera de la consideración de Descartes, en primer lugar, y de toda la heurística posterior hasta nuestros días. La convicción práctica de la importancia que tiene bucear en la propia afectividad, en las emociones, en las motivaciones, a fin de percatamos del profundo influjo que ejercen sobre nuestro dinamismo mental en la resolución de nuestros problemas (en los Ejercicios del problema de encontrar la voluntad divina) es algo que sólo muy recientemente va apareciendo entre quienes se preocupan del tema de la heurística.

La heurística actual considera que no existe búsqueda puramente intelectual. En todo proceso mental es la persona la que se involucra, con todo su dinamismo repleto de prejuicios, emociones, motivaciones, repugnancias, surcos mentales, rutinas, estereotipos… Es por lo tanto absolutamente necesario reconocer la forma de actuar de todas estas fuerzas interiores para guardaros de sus influjos obstructores y aprovecharnos de la potencia que nos pueden proporcionar. Esto es algo que, a su modo, fue intuido plenamente por San Ignacio e incorporado muy eficazmente en la estructura de los Ejercicios.

2. La persuasión de la posibilidad de explicitar reglas, modos concretos de proceder, para: 1) liberarnos de los efectos negativos que los afectos ocasionan; 2) utilizar a fondo los efectos positivos que nuestra dinámica afectiva nos puede proporcionar y 3) utilizar después del modo más efectivo nuestra razón así liberada y ayudada para encontrar la respuesta a nuestros interrogantes.

La elaboración de reglas tan explícitas y prácticas como las que aparecen en los Ejercicios para la búsqueda profunda que en ellos se propone representa una inmersión en los resortes del espíritu humano llamativamente novedosa, en particular en lo que se refiere a la utilización intensa, aunque naturalmente no se haga explícita, de la labor del subconsciente, al conocimiento práctico de las fuerzas motivacionales, a la incorporación en los procesos mentales de los sentidos y de todo modo de conocer cercano e íntimo, que alcanza zonas profundas de la propia personalidad…, tal como veremos en detalle a continuación.

3. El descubrimiento dirigido.

Los Ejercicios están muy fundamentalmente centrados en la propia actividad de aquel que los hace. El que los dirige es meramente la persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar (2). El trabajo fundamental pertenece a la persona que contempla, que es quien discurriendo y raciocinando por sí mismo y hallando alguna cosa que haga un poco más declarar la historia… es de más gusto y fructo espiritual, que si el que da los exercicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido de la historia: porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente (2).

Para Polya, el gran maestro contemporáneo del problem solving, éste es el primer principio fundamental de toda enseñanza: Lo que el profesor dice en la clase no deja de tener su importancia, pero lo que los estudiantes piensan es mil veces más importante. Las ideas deberían nacer en la mente de los estudiantesy el profesor debería actuar tan sólo como una comadrona.
(G. Polya, Mathematical Discovery, vol. II, p.104).

4. El constante examen del proceso como medio de mejora.

Otro de los grandes aciertos de los Ejercicios, desde el punto de vista heurístico, consiste en la constante insistencia en la introspección como medio para la mejora de las propias formas de proceder. La gran importancia que San Ignacio concede en ellos al Examen particular y cotidiano (24) queda bien reflejada mediante el descenso al detalle puntilloso que aparece en (25): haga el primer examen demandando cuenta a su ánima de aquella cosa propósita y particular de la qual se quiere corregiry emendar, discurriendo de hora en hora o de tiempo en tiempo, comenzando desde la hora que se levantó hasta la horay puncto del examen presentey haga en la primera línea de la g = tantos punctos quantos ha incurrido en aquel pecado particular o defecto; y después proponga de nuevo de emendarse hasta el segundo examen que hará.

Y a continuación (27-31) aparecen cuatro addiciones bien concretas, técnicas de reforzamiento mediante gestos, ponga la mano en el pecho, y comparaciones, conferir el segundo día con elprimero…. conferir una semana con otra, y mirar si se ha enmendado, con pleno convencimiento de la importancia profunda de los gestos y signos exteriores para lograr una mayor eficacia.

A mi parecer, esta introspección sistemática en los propios procesos del espíritu es algo muy esencial en la heurística moderna, con la insistencia en la realización y examen de los protocolos de los ejercicios mentales a fin de averiguar las tendencias favorables o desfavorables de nuestros modos de proceder y conseguir su perfeccionamento paulatino. Nuestro dinamismo intelectual tiene sensibilidad más que suficiente para ir incorporando, de modo espontáneo, las experiencias de fracasos y de éxitos en sus enfrentamientos con los más diversos problemas intelectuales, a fin de incorporar nuevos modos de proceder en el futuro. Pero cuánto más eficaz se hace este aprendizaje cuando nos habituamos a dirigir nuestra atención de modo sistemático a nuestro propio proceso, a fin de reforzar explícitamente nuestros aciertos y de eliminar los hábitos que nos puedan conducir al fracaso.

En los Ejercicios aparece de múltiples formas, no ya sólo en un examen temporal, después de una mañana o de un día, como hemos visto, para erradicar un defecto particular, sino incluso tras un ejercicio particular de la misma forma en que se analiza el protocolo de enfrentamiento con un problema una vez realizado. La quinta (addición): después de acabado el exercicio, por espacio de un cuarto de hora, quier asentado, quier paseándome, miraré cómo me ha ido en la contemplación o meditación; y si mal, miraré la causa de donde procede, y así mirada arrepentirme, para me enmendar adelante; y si bien, dando gracias a Dios nuestro Señor; y haré otra vez de la misma manera (77).

5. La implicación de toda la persona.

Los métodos modernos para fomentar la afluencia y la variabilidad de ideas en la tarea de resolver problemas suelen poner especial hincapié en la inmersión profunda de toda la persona en la situación problemática, poniendo en juego los resortes psicológicos más profundos, conscientes y menos conscientes.

Los Ejercicios proporcionan grandes lecciones en este sentido: composición viendo el lugar… ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo donde se halla la cosa que quiero contemplar (47); traer la memoria… el entendimiento discurriendo, luego la voluntad (50),-… oír con las orejas (67),-… oler con el olfato (68);… gustar con el gusto (69);… tocar con el tacto (70).

La concentración que ponga toda la dinámica del espíritu en tensión hacia la finalidad concreta que éste se propone es absolutamente esencial en la fase preparatoria de enfrentamiento con la tarea que abordamos. En los Ejercicios este aspecto es subrayado con especial énfasis en las Addiciones para mejor hacer los exercicios y para mejor hallar lo que desea.   … después de acostado…  pensar a la hora que me tengo de levantary a qué, resumiendo el exercicio que tengo de hacer (73) … quando me despertare, no dando lugar a unos pensamientos ni a otros, advertir luego a lo que voy a contemplar (74).

San Ignacio tiene perfecta conciencia de la impotancia de los elementos fisicos en el ejercicio de la mente…  entrar en la contemplación quándo de rodillas, quándo postrado en tierra, quándo supino rostro arriba, quándo asentado, quándo en pie, andando siempre a buscar lo que quiero. En dos cosas advertiremos: la primera es que si hallo lo que quiero de rodillas, no pasaré adelante, y si prostrado, asimismo, etc,; la segunda, en el puncto en el qual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener ansia de pasar adelante, hasta que me satisfaga (76).

6. El valor didáctico de la repetición.

La repetición es una de las técnicas de reforzamiento que aparece con más profusión en los Ejercicios, con machacona insistencia: Tercero exercicio es repetición del 1º y 2º exercicio…. notando y haciendo pausa en los punctos que he sentido mayor consolación o mayor desolación o mayor sentimiento espiritual … (62). Cuarto exercicio es resumiendo este mismo tercero. Dixe resumiendo, porque el entendimiento sin divagar discurra assiduamente por la reminiscencia de las cosas contempladas en los exercicios passados… (64). A mi parecer, la realización de este tipo de repetición pausada, globalizadora, tiene una gran importancia en el arte de buscar, a fin de hacerse profundamente familiares los esquemas de pensamiento que nos han resultado alguna vez eficaces y para estar atentos en el futuro a los múltiples callejones sin salida en los que podemos haber incurrido en nuestra ocupación con problemas.

Sería tal vez aventurado, pero no del todo infundado, tratar de ver en las secciones 249-260, sobre los modos de orar, antecedentes de las modernas versiones de utilización de la respiración de relajación y del mantra de los métodos de procedencia oriental, que tanta importancia pueden tener en heurística, a fin de fomentar activamente la incubación que estimula una posible iluminación. Quede esto solamente apuntado.



Trazas de la influencia jesuítica en las Reglas de Descartes

Como hemos señalado arriba, Descartes conservó siempre un gran respeto y admiración por la enseñanza recibida en La Fléche, aun manteniendo sus grandes prevenciones contra la inutilidad de la rigidez escolástica. La Fléche era, dice al comienzo mismo del Discurso del Método, una de las más famosas escuelas de Europa, en donde pensaba yo que debía haber hombres sabios, si los hay en algún lugar de la Tierra. Una cita menos conocida es la que M. García Morente presenta en el prólogo de su traducción del Método: «Habiéndole preguntado cierto amigo suyo si no sería bueno elegir alguna universidad holandesa para los estudios filosóficos de su hijo, contestóle Descartes: Aun cuando no es mi opinión que todo lo que en filosofía se enseña sea tan verdadero como el Evangelio, sin embargo, siendo esa ciencia la clave y base de las demás, creo que es muy útil haber estudiado el curso entero de filosofía como lo enseñan los jesuitas, antes de disponerse a levantar el propio ingenio por encima de la pedantería y hacerse sabio de la buena especie. Debo confesar, en honor de mis maestros, que no hay lugar en el mundo donde se enseñe mejor que en La Fléche».

Los ocho años, desde sus 8 hasta sus 16, años de apertura y maduración intelectual que Descartes vivió bajo la dirección cercana de los jesuitas tuvieron que dejar una fuerte impronta en su estructura intelectual. A mi parecer, las Regulae ad directionem ingenii, que constituyen el primer esbozo de lo más personal de su filosofia, manifiestan claramente, en más de un pasaje, la fuerte presencia de tal influencia.

La misma idea básica de que es posible construir un método de pensamiento, unas reglas, para adentrarse con mayor eficacia en la exploración sistemática de los problemas intelectuales no parece estar lejos del propósito declarado de los Ejercicios, como antes hemos tenido ocasión de ver. Es aún históricamente muy pronto tal vez para que Descartes pueda percatarse profundamente de que la vida intelectual, también ella y no sólo la vida moral, está tan fuertemente impregnada y teñida como hoy sabemos con afectos y emociones. Las Reglas que Descartes se fabrica serán mucho más intelectualoides y menos penetradoras en los recovecos de la persona que los Ejercicios de San Ignacio. La heurística actual tiene atrás todo el análisis del subconsciente y necesariamente ha de hacerse eco de ello. Es extraordinario contemplar ahora, con la perspectiva de cuatro siglos, cómo San Ignacio fue capaz de incorporar en sus Ejercicios muchos elementos que la psicología posterior habría de confirmar.

Del método jesuítico Descartes debió de aprender la constante atención a los propios procesos del espíritu como medio de reforma y mejora de los modos de pensamiento, algo tan patente, como hemos visto, en los Ejercicios de San Ignacio, con una finalidad bien parecida. Se podrían colocar en paralelo algunos pasajes de las Regulae y de los Ejercicios, a fin de percibir su parentesco.


 

El fin de los estudios debe ser la dirección del espíritu para que emita juicios sólidos y verdaderos de todo lo que se presente (Regla I).

Exercicios spirituales para vencer a sí mismo y ordenar su vida, sin determinarse por afección alguna que desordenada sea (Ejercicios, 21).


Acerca de los objetos propuestos se ha de buscar no sólo lo que otros hayan pensado o lo que nosotros mismos conjeturemos, sino lo que podamos intuir clara y evidentemente o deducir con certeza; pues la ciencia no se adquiere de otra manera (Regla III).

—la persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar, debe narrar fielmente la historia de la tal contemplación o meditación, discurriendo solamente por los punctos con breve o sumaria declaración; porque la persona que contempla, tomando el fundamento verdadero de la historia, discurriendo y raciocinando por sí mismo y hallando alguna cosa que haga un poco más declarar o sentir la historia, quier por la raciocinación propia, quier sea en quanto el entendimiento es ilucidado por la virtud divina; es de más gusto y fructo spiritual, que si el que da los exercicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido de la historia; porque no el mucho saber harta y satisface el ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente (Ejercicios, 2).


…determiné observar tenazmente en la investigación de las cosas un orden tal que comenzando siempre por las cosas más sencillas y fáciles, no pasase nunca a otras, hasta que me pareciera no haberme dejado nada más que desear en las primeras (Regulae, 379).

… en el puncto en el qual hallare lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener ansia de pasar adelante hasta que me satisfaga (Ejercicios, 76).


Para completar la ciencia es preciso recorrer en un movimiento continuo e ininterrumpido del pensamiento todas y cada una de las cosas que conciernen a nuestro propósito, y abarcarlas en una enumeración suficiente y ordenada (Regla VII).

Después de haber intuido algunas proposiciones simples, si de ellas concluimos alguna otra cosa, es útil recorrerlas con un movimiento continuo e ininterrumpido del pensamiento, reflexionar en sus mutuas relaciones y concebir distintamente, cuanto sea posible, varias cosas a la vez, pues así nuestro conocimiento se hace mucho más cierto y, sobre todo, se desarrolla la capacidad del espíritu (Regla XI).

Cuarto exercicio es resumiendo este mismo tercero. Dixe resumiendo, porque el entendimiento sin divagar discurra assiduamente por la reminiscencia de las cosas contempladas en los exercicios pasados… (Ejercicios, 64).


Si en la serie de cosas que se han de investigar se presenta algo que nuestro entendimiento no puede intuir suficientemente bien, allí es preciso detenerse; y no se debe examinar las demás cosas que siguen, sino abstenerse de un trabajo superfluo (Regla VIII).

… repetir el primero y segundo exercicio, notando y haciendo pausa en los punctos que he sentido mayor consolación o desolación o mayor sentimiento ápiritual… (Ejercicios, 62).


Es útil también en muchas ocasiones describir estas figuras y mostrarlas a los sentidos externos para que de este modo se mantenga atento nuestro pensamiento más fácilmente (Regla XV).

… composición viendo el lugar… la composición sea ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo donde se halla la cosa que quiero contemplar.. (Ejercicios, 47).


Pienso que la lista exhaustiva de pasajes en los que se puede percibir un cierto paralelismo, un aire de familia en la actitud adoptada sería extraordinariamente larga. No quiero sugerir, ni mucho menos, que Descartes tuviera conscientemente ante sí como modelo el de los Ejercicios de San Ignacio a la hora de componer sus reglas. Lo que indudablemente tuvo Descartes ante sí fue algo mucho más influyente en la estructuración de su personalidad. Tuvo Descartes una permanente convivencia con personas maduras en las que probablemente las más interesantes porciones de los Ejercicios de San Ignacio, desde puntos de vista extraordinariamente diversos, se habían hecho modo de ser. Es claro que tal afirmación no puede adquirir un nivel de mayor certeza que el de una mera especulación, pero, a mi parecer, esta especulación no carece de serio fundamento.

 


BIBLIOGRAFIA

Las referencias citadas se hacen de acuerdo con las siguientes fuentes:

Ignacio de Loyola: Exercicios Spirituales (Autógrafo español). Apostolado de la Prensa, Madrid, 1962.

R. Descartes: Reglas para la dirección del espíritu (traducción de J. M. Navarro Cordón). Alianza, Madrid, 1984.

R. Descartes: Discurso del Método. Meditaciones Metafisicas (traducción de M. García Morente). Espasa-Calpe, Madrid, 1937.