De las pensiones y pesebristas

Como continuación de mi artículo sobre el 8 de marzo, prometí y, con un doble sentido, que esté 17 veríamos situaciones similares.

Bien es cierto que no han sido idénticas, pues los pesebristas han sido apartados. La sociedad civil es adulta y está harta de ellos, pues callan cuando deben y berrean cuando pueden, eso sí, como subvencionados, con mejores medios.

Como defensor de los sindicatos obreros y no de clase burguesa quiero manifestar el ridículo y bochornoso espectáculo en connivencia con los escasos medios de comunicación que decidieron mostrar algo de lo que estaba ocurriendo. Es imposible prescindir de sus símbolos cuando el protagonismo no es suyo. Ya les ocurrió con el 15m y desde ahí, van a remolque.

Tras esta introducción me gustaría compartir ciertas reflexiones sobre las pensiones de jubilación:

  1. Los empresarios no hacen un esfuerzo de generosidad pagando una porción de las cotizaciones sociales del trabajador. Es una detracción directa de sus ingresos por trabajo, es decir, su salario es lo que cobra más lo que no le paga el empresario por su parte de cotización a la seguridad social.
  2. Se está deslizando un concepto perverso y sutil, por parte de algunos políticos y medios de comunicación interesados o no y que cala en el perceptor de la pensión. Es aquel relacionado con que tras un montón de años de cotización le pagan una birria. Y, dado que estamos en un sistema de reparto, son las cotizaciones de los trabajadores las que pagan las pensiones de los jubilados, guste o no. Lo que algunos definen como solidaridad intergeneracional.
  3. Todo el mundo económico coincide y afirma que hoy en día las cotizaciones a la seguridad social no financian las pensiones. De otra parte el gobierno afirma que ha creado un montón de puestos de trabajo e incrementado los ingresos de la SS (los sindicatos coinciden en ello, pero con matices importantes). De estos dos hechos puede deducirse que son unos empleos basura desde un punto de vista de cantidad y también de ínfima calidad. Adicionalmente, es indicativo de que el sistema de reparto entró en crisis profunda y con pocos visos de solucionarse.
  4. Asumido que el sistema está en crisis hay dos tipos de soluciones, no hablo de parches: considerar, al igual que otros aspectos de la vida de un ser humano, que una vida digna, tras la jubilación, es un derecho humano o un derecho social y, por tanto, es el estado social el responsable de su mantenimiento, con los medios que estime oportunos (hablaré en otro punto de ello) o, la otra alternativa, como se fomenta desde los poderes económicos y algunos políticos, que se opte por un sistema de capitalización privado (planes de pensiones), pero lo que no indican, teniendo en cuenta las experiencias pasadas, salvo excepciones, los mencionados planes implican bien un bajo rendimiento, por debajo de la inflación, bien, cuando se obtiene un conjunto de fondos importantes burlarlos (rescates bancarios, etc.) o mantenerlos como mecanismo de opresión de un sistema capitalista voraz y desmedido (ejercen poder con dinero ajeno).
  5. Teniendo en cuenta la dinámica laboral existente, aquella que conduce a la explotación con falsos autónomos, contratos precarios y mal pagados, etc. Sí a lo expuesto en el punto anterior le añadimos la imposibilidad de ahorro con esos salarios… el cuento de la capitalización se acabó.
  6. A la espera salvadora y agónica de robots que nos libren de ganar el pan con el sudor de nuestra frente. El capitalismo y quizá la humanidad se encontrará, de bruces, ante el arma de su autodestrucción. De una manera simple, si no trabajas no ingresas dinero, sino tienes dinero no compras, si no compras no consumes, si no consumes… ¿qué sentido tiene producir? Es cierto que el razonamiento está incompleto, porque todo ser humano debe consumir, al menos, la energía necesaria para su conservación o desarrollo, pues de lo contrario está condenado a morir de inanición o al robo de alimentos y otros bienes por supervivencia. Obviando este escenario apocalíptico y asumiendo que el sistema de pensiones, ni el de reparto, ni el de capitalización resolverán el problema, deberá buscarse la solución en el estado social como ya se apuntó y en el sentido que indica la economista Miren Etxezarreta en la entrevista concedida a eldiario.es: una reforma profunda del sistema fiscal.