De manteros y mantas

El pasado jueves falleció un joven senegalés, sin papeles y cuyo oficio era el de mantero.

Resultan paradójicas, y a modo de resumen, dos preguntas:

  • ¿Cómo puede estar una persona 14 años viviendo en España y condenada a la marginalidad?
  • ¿Cómo puede existir un sindicato de manteros?

La no respuesta a estas preguntas es responsabilidad de los políticos y sindicalistas mantas de este país. Algunos de ellos ladrones, presuntos ladrones o hijos contumaces.

Ni siquiera, cuando son pillados in fraganti, tienen el valor y la responsabilidad de tirar de la manta, como mucho, su único acto habitual es esconder su mierda política debajo de la misma.

Es una desfachatez quedarse a nivel de los camellos o manteros, cuando se sabe de dónde se nutren los mismos para tratar de no morir cada día y convertirlos en el mal de nuestros días.

Condenar a la supervivencia, el sobresalto continuo y a la marginalidad no es ni legal ni humanitario, responde a la ignorancia premeditada de la especie ibérica denominada político-manta, que a modo de su homóloga marina, abre bien la boca para tragar todo lo que pueda, como si no hubiera un mañana y ahí acaba su similitud.