Rajoy, paradigma de la incompetencia

Por enésima vez el presidente del gobierno y el PP se arrebujan tras la manta de la constitución (las tablas de los ciento sesenta y nueve mandamientos) y de la fiscalía general.

La desaparición mediática de los convocantes de esta jornada, además de clamorosa es significativa de la chapuza e incapacidad.

El espectáculo que se está viviendo en el día de hoy en Cataluña es esperpéntico, mezquino y, por encima de todo, triste.

No es una cuestión de imagen internacional, que importa relativamente poco (véase Trump), es el reflejo claro de la incompetencia política y el fracaso de la racionalidad. Es una ofensa a la convivencia.

Propiciado y auspiciado por unos líderes políticos inútiles, que obedecen a intereses partidistas, con el objetivo de ocultar su mala gestión o la falta de soluciones a los problemas reales.

Es bochornoso que en lugar de afrontar su incompetencia, trasladen su responsabilidad al pringado de turno: alcaldes, asociaciones, jueces, mossos, policía, etc. como chivos expiatorios.

Ignorar la historia, no implica solamente repetirla, conlleva exacerbar las malas prácticas anteriores, pues la capacidad de destrucción y perversión aumenta con la civilización.

Ignorar la realidad supone no resolver el problema, enconarlo y provocar sufrimiento y frustración innecesarias.

Los fallos clamorosos en el desempeño de la tarea política no tienen consecuencias para los responsables de los mismos, retuercen la realidad hasta puntos de inflexión, de falta de confianza y civismo que dejan posos durante largo tiempo.

¡No tienen credibilidad!

¿Qué debe hacerse para resolver este problema? Dialogar, pero ello comienza por echar a los responsables, que tienen nombre, apellidos y algunos Partido Político.