Sobre las autoridades académicas

Las circunstancias que vivimos han remodelado la enseñanza universitaria, modificando las maneras establecidas e imponiendo otras nuevas. Para bien y para mal, y para todos los actores, profesores y alumnos. Tecnologías que antes simplemente estaban ahí son ahora ineludibles. Lo sabio sería distinguir entre lo bueno y lo malo, es decir, aprender de la experiencia, ahora que esperamos (wishful thinking?) salir finalmente a flote siendo mejores.

Muchas preguntas específicas son obvias: ¿Cuántas clases dar presenciales? ¿Cómo equilibrar clases tradicionales con presentaciones? ¿Las presentaciones son tan buenas on line como en aula? ¿Y una  clase tradicional en streaming o grabada? ¿Tutorías telemáticas? ¿La flexibilidad horaria del on line, abusa de los actores? ¿Cuán imprescindible es el examen presencial? ¿Es viable evaluar on line? ¿Puede una evaluación continua ser fiable? ¿Cuánto esfuerzo debe dedicarse a proveer de medios el on line? ¿Como evitar que la brecha tecnológica margine a algunos, o a muchos?

Así que debemos analizar cómo nuestro colectivo puede discutir estas preguntas para encontrar respuestas. Y no está muy claro que pueda… lo que no sería necesariamente malo. Incluso sería bueno, si significara la renuncia a las inexistentes soluciones universales. Como dirían dos dilectos amigos y compañeros:

AmiCoJM#1: No hay mayor injusticia que tratar igual a los que son diferentes. No busquemos estándares uniformes para todos los profesores y todos los alumnos.
AmiCoJM#2: Un profesor enseña mejor lo que ama que lo que le obligan a enseñar. Algo aportará si hace lo primero, y según la libertad que le den para hacerlo.

Creo que ambos se refieren a la (¿políticamente incorrecta?) libertad de cátedra. 

Por tanto, aunque quisiéramos abordar colectivamente las preguntas de interés, una eventual respuesta nunca debería ser de cumplimiento obligado, que además generaría la legítima defensa del cumplo y miento. Pero ¿podemos generar respuestas útiles en los foros establecidos: Consejos, Juntas, Comisiones? Inevitablemente, la utilidad en esos foros depende de las autoridades académicas que los dirigen.

Y ésta es la cuestión que se plantea: distinguir muy bien entre autoridades académicas y autoridad académica. Cosas muy diferentes: el primer término es un concepto administrativo expresado con dos palabras que son un todo, mientras el segundo se refiere al tipo de autoridad específico de la Academia. Por citar un caso similar: el Arte moderno no es un tipo de Arte (aunque a veces tiene intersección con él). Establecido esto y parafraseando a Élie Cartan: el concepto autoridad académica es muy difícil de definir, así que prosigamos sin hacerlo…

Lo primordial es que las autoridades académicas no tienen por ser tales ninguna autoridad académica (su autoridad es de administración y gestión).  En la Academia, la autoridad corresponde a los académicos mejores, que no se revelan por ninguna mayoría electiva circunstancial sino por la excelencia de su labor científica y docente. Y es la autoridad académica de los académicos mejores la que debe modular la actividad de la Academia. Así que conviene que las autoridades académicas acepten que los académicos mejores puedan manifestarse y atiendan cuando lo hagan. Tampoco es una petición desmedida: esos académicos se manifiestan poquísimo, pues a lo que están es a su propia tarea y no a la de los demás.

 

 

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