El punto crucial es aclarar dos conceptos, muy desvirtuados hoy: finalidad y método de la enseñanza universitaria. La finalidad es aprender, el método cómo hacerlo. Lo importante es aprender, y se debe evaluar qué se ha aprendido, no con qué esfuerzo (exagerando la retórica). Parte de culpa es de la evaluación continua. La idea ilusoria es diseñar un método que garantice el aprendizaje, ergo si se utiliza se aprende, ergo garantizado el resultado, basta evaluar continuamente el cumplimiento del método. Piensa uno que cumplimiento significa “cumplo y miento”. Cuadremos el círculo constatando que los métodos de aprendizaje suelen consistir en la realización repetida de tareas tipo. Por supuesto, no es eso, no es eso.
Naturalmente la falacia es que algún método de aprendizaje sirva en general. Primero que, por su capacidad, unos alumnos aprenden más rápido que otros, segundo que, por su inclinación, unos necesitan más seguimiento que otros. Es muy diferente atender a cualquier alumno que atender a cada alumno: hay que hacer lo segundo. Pero pretender que tal método de aprendizaje general pueda existir es una tergiversación que enturbia la docencia y desorienta al estudiante.
Sigamos con nuestro análisis de la corriente dominante. Conduce a la creencia de que si un alumno se esfuerza mucho debe tener éxito (aprender). Trasmitir esto es una irresponsabilidad. El esfuerzo no siempre tiene premio: el esfuerzo no basta. Y los profesores podremos (lo hacemos de hecho) simpatizar con quien más se esfuerce, pero tenemos que valorar el resultado de ese esfuerzo. Es decir: hay que aprender, no intentarlo. Por supuesto, la crudeza de que le esfuerzo per se no garantiza el éxito genera frustración, pero no debe evitarse artificialmente o por compasión mal entendida. No se suspende por trabajar poco, sino por no saber. Muchos alumnos se sienten engañados cuando habiendo trabajado suspenden, pero el engaño no es de quien les suspende, sino de quien en otras ocasiones les aprueba por ser muy trabajadores aunque sepan poquito. Luego, en el mundo exterior tras el grado, no les remunerarán el esfuerzo mucho, sino el trabajo bueno.
Concluyo además que es cosa fundamental explicar bien esto a los alumnos, para que entiendan mejor qué es un buen profesor y qué es una buena evaluación.