Más sobre la muerte de cuatro trabajadores

Quisier matizar la noticia aparecida en el periódico La Voz de Galicia del pasado viernes, 13 de mayo de 2005.

En dicho artículo se comenta que como avance preliminar del informe definitivo de Navantia, se sospecha que fue el gas argón (utilizado para expulsar el oxígeno y así evitar la corrosión) el causante de la muertes de los cuatro trabajadores.

Más adelante se comenta que a la circunstancia de que un soldador no hubiera cerrado la válvula del depósito de gas, aunque si la de la manguera, se unió, por la mala fortuna, que no se hicieran mediciones de gases antes de entrar los trabajadores a limpiar y que no se destinase un bombero, encargado de intervenir en caso de incendio o fuga de gases.

Solamente decir que si es obligatorio cumplir dichas medidas: realizar mediciones y destinar personal cualificado, no se trata de la mala fortuna, es negligencia, como poco; y deberán depurarse responsabilidades y no tratar de descargarlas sobre un soldador, que se juega su propia vida. Peor me lo ponen si tengo en cuenta la información aparecida ayer, domingo, en dicho periódico. Información en la que se exponen las denuncias realizadas por los sindicatos en lo que respecta al cumplimiento de las horas de formación en seguridad y prevención de riesgos laborales de los trabajadores.

Denuncias que calificaría de aterradoras y que vienen a redundar en que de lo único que se trata es de eludir responsabilidades, delegando cuestiones en subcontratas de subcontratas y, finalmente, en mutuas que «obligan» a los trabajadores a firmar que han recibido horas de formación en seguridad y prevención de riesgos laborales nunca impartidas.

Yendo a más

Comparando la situación actual de Galiza, después de los casi hegemónicos años de gobierno, sólo interrumpidos brevemente por la presidencia de Fernández Laxe, con el nuevo lema del Partido Popular para las elecciones gallegas del 2005 se puede concluir que han acertado en su elección.

«Yendo a más» (indo a máis) para los que no conocen el gallego significa:

  • Yendo a más deuda
  • Yendo a más paro
  • Yendo a más telebasura autonómica
  • Yendo a más emigración. He de decir que me parece importante que se reclamen los mismos derechos para los emigrantes, pues cada vez somos más.
  • Yendo a más en la desatención Sanitaria
  • Yendo a más desastres ecológicos
  • Yendo a más clientelismo

En definitiva, yendo a más de lo mismo y con los mismos.

Si comienzan por engañar con la foto del cartel electoral, (les recomiendo que hagan uso de la burka para el señor Fraga), imagínense con el resto. Si les da verg¼enza el mostrar a su candidato tal y como es, no lo enseñen.

Como conlusión final, y parafraseando el dicho popular, procuren que no se cumpla que aunque a Fraga lo vistan de seda, Fraga se queda.

Sin tregua y a por todas

Desgraciadamente, han fallecido cuatro trabajadores en la empresa estatal Navantia de Ferrol: tres hombres y una mujer, todos pertenecientes a subcontratas.

Como indicaba en un artículo anterior, el número de fallecidos por día es de tres, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Analizando lo que ocurre, parece que todo se queda reducido a enviar unas condolencias, necesarias, ¡pero mejor es no tener que darlas!. Por todo ello, se me plantean ciertas preguntas:

  • ¿Es capaz de describir, con una sola palabra esta sangría contínua de trabajadores?
  • Una empresa estatal y de las características de la antigua Bazán, de reputada fama internacional tanto por su trabajo como por la cualificación de sus trabajadores, ¿no debe dar ejemplo?
  • ¿Por qué, estando advertidos por la UE de que nuestras tasas de siniestralidad están disparadas, todavía seguimos en dichos valores?
  • ¿También hay víctimas?

En fin, estamos en la misma situación que hace unos cuantos años y con visos de que todo siga igual. Bastantes empresarios a amasar dinero, la administración mirando para otro lado y los sindicatos defendiendo no se qué.

¡¡¡Basta ya!!!

Tersépolis

Persépolis, un complejo palaciego construido durante el reinado de Darío I el Grande, esplendor de los persas, me sirve como analogía de una ciudad gallega, su capital, tanto por su referente cultural como político.

En un artículo anterior anticipé la sorpresa que estaba por venir, la jeta de Fraga para la próxima campaña electoral. Por fin se desveló el misterio. Apareció el famoso cartel electoral con la fotografía del político gallego.

Fotografía del cartel electoral de 2005 de Fraga

 

Artículos y comentarios sobre el tema hay un montón. Véanse, como ejemplo, el aparecido en el periódico El Mundo el pasado día ocho de mayo y el del diario 20 minutos del día diez, también de mayo.

En el último de dichos artículos, afirma Fraga, que no tiene arrugas en la cara. Conclusión, necesita gafas o que le operen de las cataratas. Asevera también, que está en buena forma. Sólo recordarle que lleva marcapasos, tiene serios problemas en la cadera y que ha tenido varios desvanecimientos. No voy a negar que como octogenario se conserva bien, pero los he visto en mejor estado.

No voy a entrar en la polémica de si la foto fue retocada, o no; o si el fotógrafo era excelente, o no. En ambos casos se concluye que ha sido una operación de maquillaje (informático o fotográfico). No refleja el estado actual de la cara del patriarca del Partido Popular.

Le quiero sugerir que, en lugar de recurrir a un exceso de luz, podía haberse sumergido en chapapote del Prestige. Demostraría al igual que en Palomares, el origen de su lozanía y la confianza en sus propias palabras.

Ese Fraga atómico e inflamable, bañado en soluciones salinas radiactivas y en lodos del Prestige, confirmaría la existencia del anhelado elixir, y, sobre todo, de la ciudad de la eterna juventud: Tersépolis.

N-ésima muerte de un trabajador

Recientemente, el pasado 25 de abril, murió, en accidente laboral, un trabajador de la empresa estatal Navantia.

Según el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, los fríos y aterradores datos estadísticos muestran que fallecen tres trabajadores al día. Quizá a algún anumérico, muchos hay, le parezca irrelevante.

Aunque aparentemente todo el mundo, desde las instituciones hasta los individuos, parecen estar de acuerdo en que hay que bajar dicha cifra, además de pensarlo, deben actuar.

Aquí aprovecho para denunciar la dejadez de la administración tanto por la insuficiencia de inspectores, como por algunas sentencias judiciales pintorescas, por denominarlas de alguna manera.

De los empresarios que se puede decir, algunos, los menos, preocupados por ello, y el resto, con el único fin de conseguir rentabilidad: le importan un pepino las condiciones de los trabajadores (de las subcontratas sobre todo) así como su formación en temas de seguridad.

En lo que respecta a los sindicatos, por no ser más beligerantes con la administración y con el colectivo empresarial.