Me gusta enseñar Matemáticas porque son bellas, y después de hacerlo mucho, intento respetar el siguiente decálogo:
- Impartir el programa completamente, buscando cómo cubrirlo lo suficiente hasta el final: no vale llegar hasta donde dé tiempo.
- Enseñar un cuerpo teórico, no métodos de solución de ejercicios: se trata de entender porqués, no de repetir procesos mecánicos,
- Enfocar la enseñanza hacia un objetivo final concreto, un teorema o un concepto de enjundia que requiera y premie todo el trabajo del curso,
- Calibrar qué es importante, qué se puede obviar, sin enmascarar las dificultades: las Matemáticas son difíciles o no son, cosa que debe estar clara siempre,
- Vincular la asignatura de que se trate con las otras que el alumno cursa o ha cursado: no hay cajas estancas en Matemáticas y debe mostrarse explícitamente,
- Guiar al alumno en el camino emocionante de comprender ideas difíciles, sin apresuramiento: es la pequeña teología de la lentitud.
- No abrumar al alumno con tareas, controles, entregas que le impiden asimilar bien lo que aprende: no es lo mismo conocimiento que información,
- Ayudar al alumno según él mismo pida, dejando que se organice y trabaje según su propio criterio y ritmo: merece su libertad y nuestra confianza,
- Regalar alguna clase especial al límite del programa, sin la obligación de estudiarla, para alimentar la curiosidad deir más allá, y sobre todas las cosas
- Estimular en el alumno el gusto de estudiar Matemáticas, que le podemos hacer perder por el camino, y que es por lo que en realidad vino a nosotros.